Barrilete cósmico

lunes, mayo 15, 2006

Afirmación y quehaceres instantáneos

Para individualizarse como un ser afirmativo hay que poner un punto de partida, un comienzo de afirmación sobre determinado tema. Inyectarle ese entusiasmo revitalizador que nos hace llevar adelante un cometido.
Afirmarnos sobre la tierra, pisar fuerte. Desde ahí, una vez alcanzado el objetivo de autoproclamación, enfrentamos la batalla de elegir QUÉ HACER.

Qué hago de mi día es una pregunta que no me puedo parar de hacer. La situación conflictiva por naturaleza humana de tener que elegir qué se hará de nuestras 24 horas venideras. O, sin ir tan lejos, en los minutos siguientes.

El quehacer doméstico es uno de los tantos quehaceres posibles en el día a día.
Los hay quienes eligen dedicar parte de su tiempo diario a tareas que no les gusta. Esos serán más difíciles de convencer de esto de la felicidad posible.
Esos son más bien los forros pinchados que abundan y que no sé qué deseo los mueve. Hablan de la felicidad como una utopía milagrosa. Allá ellos. Bien allá, cada cual es feliz a su manera…

El quehacer es un amplio abanico de colores que se nos ofrecen cada día que arranca. Y uno va seleccionando de acuerdo a sus deseos, sus ganas y energías del momento.

Vivir del momento

Vivir del momento es otra de las claves de un Ser Feliz. Sentir en un grado de espontaneidad y frescura que lo haga permeable a todo estímulo. Nunca dejando de lado el padecimiento de esta cualidad, que parecería ser apreciada por todos pero trae aparejada sus problemáticas, cuándo no.

Ser permeable a todo estímulo claramente no gratifica en sus buenas oportunidades. Hay que entrenar el ojo, y el resto de los sentidos, para percibir los agentes externos, esos “malos estímulos” con que nos encontramos en la asiduidad de nuestros tiempos veloces. Particularmente para los que vivimos en ciudad. Desde un colectivo repleto de gente hasta un encuentro que nos interese pueden presentar estímulos que influirán en nuestro ánimo y pensamiento. Nuestro cerebro está continuamente recibiendo la estimulación de algún hecho. Estará en la capacidad de asimilación de uno, tomar esa realidad para transformarla en un objeto de valor simbólico representativo o sino dejarlo ir. Los que mejor perderlos que encontrarlos.

Por momentos, si estamos con las defensas bajas, podemos confundir nuestra escala de valores, y dar paso a siniestros personajes o pensamientos que sólo nos desviarán en el camino que andemos buscando. Nadie es perfecto, claro está, y la senda nunca nos dijeron que sería recta. Ahí depende de la intuición, ese instinto que nos hace dejar un hábito para pasar a otro. Donde confluye la real inteligencia humana, en la INSTANCIA RESOLUTIVA, la real.

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