Discernimiento y realización interna

Muchas veces aporta más una conversación, o debate, que una confrontación marcada de movida. Por más que sepamos que estamos en lo cierto, o lo creamos. Nos aportará a nuestros propios argumentos el saber escuchar las verdades ajenas, el tratar de rebatir o buscar coincidencias con las visiones enfrentadas.
Se enfrenta el que quiere. Y debate el que no quiere oponerse por el sólo hecho de querer ganar.
Gana el que se muestra más flexible a captar interpretaciones, si es que alguien tiene que ganar. Y sino se termina llevando más para su molino en todo caso.
Nunca podemos pretender que el otro entienda y acepte nuestra visión, pero sí sembrarle la semillita que regada por su conciencia luego le permita hacer crecer una planta de nuevas experiencias. Vale para el pensamiento propio también. ¿Acaso estamos tan seguros?
Bueno, depende de qué, pero aún así nos da argumentos. Toda reflexión conjunta aporta más. Este mundo es demasiado poderoso como para creernos que en nuestra soledad está la respuesta a algo. Falso.
Tenemos que poder discernir entre lo que pensamos y lo que nos aporta el pensamiento del otro. Desde luego, otro al cual valoremos por cierta condición que nos permita escuchar su palabra. No hay que prestar atención a cada persona que se nos cruce por el camino que decidimos emprender. Me refiero más a los seres a los que les asignamos cierta importancia.
Sería todo muy aburrido si pretendiéramos que coincidan siempre con nosotros. No nos interesaría tanto, ¿o sí?
Del encuentro se produce el crecimiento. De la charla se genera la relación cercana. Y de la paciencia sale la real sabiduría para poder manejar cuanta situación problemática se nos presente en vida.
Aceptar esa oposición natural es dar un paso hacia la REALIZACIÓN INTERNA, que a la larga es el objetivo primordial que perseguimos. Al menos los que quiero y me rodean.
¿Es así? ¿Es la realización personal el patrón común de la gente por la que me intereso? Si no es así, pega en el palo. Es claro que requiere de cierta iniciativa propia aquel que me despierte algún tipo de entusiasmo. Y sí, el entusiasmo es el deseo motor del mundo. Ya no tengo dudas de eso.
Ojo, la capacidad de encontrarle la vuelta a todo es otra característica que me atrapa, aunque cada vez menos, y en forma menos constante. Depende de la historia que me una a la persona que cuestiona todo. Igual es más pasado que presente en ese caso.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home