Barrilete cósmico

lunes, mayo 28, 2007

¿Hasta cuánto estás dispuesto a avanzar hoy?

¿Y si el mundo es esa serie de sincronicidades no voluntarias? ¿Habría algún problema? ¿Por qué dudo en aceptarlo?
El problema estaría en la falta de control. ¿Y para qué quiero controlar si el cosmos me protege? ¿Qué sentido tiene pretender más de lo que se nos ofrece?
La Verdad pisa nuestra vereda, se hace presente al afirmar semejante aseveración racionalmente incorrecta.

¿Habrá algo superior que ordena hasta lo que reniega de sí mismo? ¿Fue darse cuenta y ya?
¿Y ya qué? Es el Portón mayor que se abrió ahora. La posibilidad infinita de dejar suceder historias cósmicamente hilvanadas. En cómo uno se cargue de entusiasmo dependerá que las sincronicidades podamos verlas como algo más allá de la primer lectura posible. La paranoide.
¿Qué tendría de malo que así sea? ¿Nos cortaría algo? Simplemente nos entretiene, limita el accionar libre. Apenas si es una pérdida de tiempo.

En cambio, lo otro, el poder amar, es un mar de enlaces y sucesiones. Intolerables cuando se trata de divisar acciones erróneas de un ser cercano, o inadmisibles si toca una vértebra muy interna de nuestra musculatura de valores. Y de ahí dependerá del entrenamiento dado a esos músculos, esa fuerza vital que puede motivarnos a seguir o a desistir.

Desiste quien se siente cansado, el que le falta energías para seguir recorriendo el camino. Puede ser por una falla de fábrica o por algún agente externo que se sintió invasivo. Ahí nos guardamos y buscamos la calma inevitable. Ese océano de paz que reposa sólo en el suspender las asociaciones libres y dar paso al hacer. Lo que uno concreta es lo que prevalece.
Ya algo saldrá. Eso es lo que motiva este pensamiento sincronético.

Inevitablemente se necesitará de ayuda de la meditación para darse respiros.
Y mantener una vida sana, en lo que a alimentación, actividad y cuidados se refiere.
Un intenso destino de idas y vueltas que nadie sabrá decirnos si era como lo queríamos, pero que nos asegura una relajación notable ante las situaciones que se presentan.
Si se cumple con uno mismo las paranoias quedan de lado, y nos concentramos en lo importante, en lo tremendamente relevante de los hechos, que nos irán marcando un rumbo definido.
No existe quien lo conozca de antemano.

Hay que animarse a dar pasos al frente sin necesidad de dobles intenciones o complots estratégicos. Es entre uno y la realidad, los demás son personajes de la película. La que querramos hacernos en la cabeza. Y en el cuerpo, por qué no, aunque ahora lo creo más una consecuencia de lo cerebral, lo cognitivo, por más intuitivo que sea.

Intuyo que no todo lo que creo llego a expresarlo con la claridad necesaria igualmente, lo cual no aminora la voracidad por conocer, y dar a conocer, es más bien instintivo. Que no es lo mismo que intuitivo, por más que se parecen.

El instinto surge naturalmente, aflora de lo más profundo de cada ser, deja de lado las presiones autogeneradas por otras cuestiones, y se dedica de lleno a la tarea abocada.
La intuición es la que fluye al relajar el instinto. Al no apelotonarlo con falsas creencias y dejarlo lo más suelto posible que salga a captar cuanta realidad pueda. Ahí cada cual tendrá sus limitaciones, que a su vez no las conoceremos nunca si no nos aceptamos como un mar de intuiciones relacionadas entre sí. Dispuestas a salir a bailar al ritmo de esta vida a conciencia -y tantas inconsciencias-, ambigua por sí misma, pero placentera como pocas.

¿Hasta cuánto estás dispuesto a avanzar hoy?, debería ser nuestra pregunta matinal. Si creemos tener respuesta imprecisa no se debe entrar en pánico, más bien pelear por que sea simplemente lo máximo posible.
Hay una infinidad de factores que influyen en el objetivo. Y es imposible controlarlos, como decía. Por lo que sólo resta entrenar la vista y dedicarse a disfrutar de la película, en la posición que más cómodos nos sintamos, con la gente que más acobijados seamos, y bajo las circunstancias que se presenten.

Ni pasado ni futuro, presente.
La vida sentida desde un único momento irrepetible que devela el trascurso de la siguiente toma.
Toma. Aplica al arte marcial de la paciencia zen, como a la vertiginosidad de un set de filmación. Hacer una toma. Ambas tomas interconectadas en la posibilidad de unión.

Ritmo y vértigo por un lado, que dé paso a la acción y la capacidad de liderar una situación; y despacio y continuado para poder abstraerse y ver en qué sintonía estamos y proceder.
La mente de principiante que nos permite sentir color y nuevas experiencias en el cuerpo. Y seguir, vaya un a saber a dónde y cómo. Tampoco importa mucho.