Sin pelos en la lengua
¿Puedo hacer lo que tengo ganas?
Depende de la máxima creencia personal de motivación y crecimiento. A crecer.
La gente estimula su creatividad continuamente, su capacidad de realización. Sean como sean, débiles, fuertes, emprendedores o quedados. Todos queremos saber más sobre nuestra posibilidad de concreción, queremos saber más del concreto camino de lo posible, lo que nuestra realidad nos deja vislumbrar, más allá de todo obstáculo que encontremos.
Creo, de alguna manera, que saber sobre las situaciones que acontecen en el normal desarrollo de la vida dependen de la capacidad de percibir hechos realizables por parte de la gente que se permite interactuar con cuanto estímulo se le presente CERCA.
No puedo querer todo. Pero tampoco nada. Puedo aspirar a ser más que mi propio estímulo. Superar las distancias que se imponen entre lo realizable y yo, y destruirlas, dejarlas tan defenestradas que me permita saber que todo se escapa de mis manos, y en la medida que lo vea y acepte, se acerca lo necesario como para saber que nada me desborda. No puede ser así.
El deleite que genera el vino en la boca es un juego de niños, un entretenimiento entre pocos.
Mientras lo escribía me atraganté...
La vitalidad está dada por la capacidad de disfrute de los momentos mayores de la vida. Mayor en todo sentido. Pleno de sapiencia y desborde de intenciones, de posibilidades dadas por la inspección de las propias IDEAS.
¿Quiero pensar en algo más que en lo que mi mente me acota?
Vamos a saber qué nos proponen los gustos. Todo debe recibirse como es. Sin buscarle peros ni pelos en la lengua. Salud.