Barrilete cósmico

jueves, julio 20, 2006

La fortuna de ser tu amigo

Me siento una persona afortunada. No tengo claro el preciso por qué, pero el tenerte al lado mío me enriquece, me hace mejor persona, como se suele decir.
Me siento dichoso. De poder compartir charlas y enredos con tu alma, de intercambiar opiniones e intentar crecer juntos. La ayuda es indispensable entre tanto mundo hostil.
Y esa hipersensibilidad es lo que nos mantiene conectados, en completa sintonía. Y nada me da más felicidad que esos encuentros.
Me encuentro pensando y se me ocurrió escribirte. Me estoy cambiando y pienso en dar. Darnos nuestras compañías mutuas posibles. Las que cada cual imagine, pero que nos aporta más. Más de nuestra amistad, lo cual no es poco. Más de esas situaciones que nos permite la

AM(IST)AD

martes, julio 11, 2006

Espejismos, la visión del otro

Cada cual con sus aptitudes logra insertarle la ficha que le falta al otro. Como que se meten pequeños personajes que ayudan a fomentar el bien común entre la gente, y la capacidad de valoración y generación de buenas sensaciones.

Eso es ayudar, más que la viciosa tarea que se proponen algunos de brindar conocimientos que el otro niega. Eso es querer meterle algo al otro a la fuerza, mientras que la propuesta consiste en guiar desde la experiencia personal la multidimensionalidad del campo visual del otro.

Si no lo quiere ver, no lo verá por más que se lo dejemos patente. Si quiere acercarse a jugar el juego de la reinterpretación del mundo interno, posiblemente la persona sienta un acercamiento al parecer del otro y abrirá sus cartas para desarrollar la partida. Lo que no quiere decir que quien aconseja esté necesariamente en lo cierto (si esto existe), sino que ya nos aportará para seguir potenciando nuestro pensamiento desde un plano distinto al que lo venimos haciendo.

Ahí aporta la ayuda del otro. Aquel, el único con el que podemos interactuar y nos dará otro enfoque. Uno nuevo.

Y lo nuevo es de por sí bueno. Siempre que quien le de la lectura sepa ver la ventana que se airea al renovar el pensamiento unilateral en el que nos solemos plantar al enfrentar ciertas situaciones problemáticas.
El problema deja de ser tal si se le da paso a otra perspectiva del mismo hecho.

Hecha la salvedad de que sólo alguien que se quiere y cuida puede escuchar el parecer del otro sin necesariamente verse involucrado en la historia de forma tal que le impida ver la “realidad objetiva”.

Coincidiremos en que no existe tal verdad revelada, pero que se acerca a su objetividad lo que nos cuenta cualquiera, si no hacemos inmediatamente el truco de sentirnos identificados en lo que se nos dice. Ahí más que entender la situación, estamos reflejando estados personales en lo que le está pasando al otro.

Pero también de ese reflejo energético de las mentes y los cuerpos se construye una relación afectiva, por lo que debemos vincularnos con los que nos producen esa vibra espejo que nos alimenta de vigor vital.

Espero que se entienda al reflejo en el otro como un valor abstracto, más allá de los conceptos de bien o mal.
Uno se encariña con quien puede compartir espejamientos, pero también es aconsejado -y puede aconsejar- desde un plano más pleno, emergente de sabiduría, cuanto más pueda abstraerse de la situación, hacer zoom out, salirse de escena, y opinar desde el corazón, lo más instintivo posible como para no ser tan responsable por lo que se dice, y más “objetivo” de lo que se hace.

jueves, julio 06, 2006

Sin condiciones

La compasión es un término que nunca me quiso entrar porque lo ligo más a lo religioso. Pero repensándolo surge una vuelta interesante.

Se trata nomás de ser conciente de que hay gente que no tiene por qué actuar como creemos que debería. Tener pleno conocimiento del propio ego para permitirse ser un sujeto independiente de la realidad del otro.
Algunos podrán decir que se trata de individualismo, pero sólo aquel que se quiere puede demostrar verdaderamente lo mismo al otro. Lo mismo o algo parecido.

Quien se compadece luego tendrá la misma permisividad consigo mismo y eso le dará sus frutos a la larga.

Ser conciente de los actos posibles.
Poder brindar hasta donde se debe.
Deber acompañar a quien decidimos integrar a la comunidad en la que nos desarrollamos.
Si esa es la decisión, la de convivir con gente en confianza pura y sinceridad, entonces hay que permitirse aceptarlos como son. No siempre se puede en un ámbito de falsa competencia o catedraticismo, tan frecuentes.
A veces los intelectuales pecan de engreídos, y ahí muestran la hilacha.

Vivir de acuerdo a lo que hacemos.
Hacer, y decir, de acuerdo a lo que pensamos.
Pensar de acuerdo a cómo se quiere vivir.
Querer de acuerdo a lo que dicta el instinto.
Intuir que en el camino algo bueno aparecerá.

Compasión y conciencia. Con pasión y sin tanta ciencia.
Tolerancia y aceptación. De los errores propios y ajenos. Y a desplazar el prejuicio lo más que se pueda, para poder permitirse amar sin ninguna condición.

lunes, julio 03, 2006

El dolor

Esa maldita, en primera instancia, sensación que es el dolor puede tener variadas lecturas según el foco con el que se decida abordarlo.

Con buena conciencia, el dolor es el paso previo necesario para ver el mundo con una posición más de niño, más despreocupada.
Aquel que realmente sufrió sabrá darse cuenta que mucho de lo que luego se presenta como un problema no es más que un obstáculo más en el camino, el cual podrá superarse con perseverancia.

El experimentar el dolor abre las puertas a nuevas visiones.
¿Quién tiene ganas de sufrir más de lo necesario? Sin embargo, a veces nos construimos realidades dolorosas, sólo para revolcarnos en la angustia. No sense.

Focalizar en lo que produce el dolor, y buscarle la vuelta en tono humorístico siempre es la mejor receta para hacerle frente.
¿Hay un antídoto más efectivo que tomarse con risa aquello que nos atormenta?

Sin pensarlo surgirá la solución.
Y otras veces no tiene solución, por lo cual sólo resta hacerse amigo de la sensación. Saber que no siempre pasar por omitirlo o extirparlo rápidamente.

Cuanto más nos animemos a convivir con él, menor preocupación nos generará estar doloridos.

Debe aceptarse como parte de un proceso. Y confiar en que ya se irá, cuando menos lo encerremos. Más bien hay que ventilar, abrirle todas las ventanas posibles para que fluya y nos invadan otras nuevas sensaciones más gratificantes, pero no por eso menos intensas.

El dolor es intensidad que se expresa en clave de padecimiento y que nos abrirá paso al posterior PLACER.
Placer de no estar sufriendo más.